“El infierno son los otros”, verbalizó el filósofo y escritor francés Jean-Paul Sartre en su obra A puerta cerrada, y en Los extraños, ultima obra del escritor asturiano Jon Bilbao, esa sentencia se hace carne ante los ojos del lector.
Nos hallamos (antes de abordar el botín de Ribadasella), sin lugar a dudas, con el vértice creativo de Bilbao, que no elude ni su estilo narrativo ni sus más que evidentes influencias, ya palmarias en Basilisco o El silencio y los crujidos, todas ellas publicadas bajo el sello editorial de Impedimenta. Y no las elude, si no que las reafirma en una voz que ya es más que una promesa; es una voz con derecho propio a conquistar un amplio espacio de la voluntad tanto de los libreros como de los lectores.
Pero más allá de oráculos, que sólo el mismo escritor puede vislumbrar en su viaje, al introducirnos en Los extraños nos encontramos con esos personajes (ya conocidos) que se van fraguando con pinceladas a lo largo de la narración, dejando el esbozo necesario para que la trama sea coherente a la par que inmersiva. Una escena cotidiana en un pueblo cotidiano de una pareja que a todos nos parecerá reconocible. En verdad, nada singular parece que suceda durante varios tramos de la novela. Pero no es así.
Qué frágil es la paz y la tranquilidad que son buscadas con arduo deseo… Qué tenues son los lazos de una pareja que ya sólo comparte las paredes de una misma casa… Y qué fácil le resulta al hastío emerger en el instante más aparentemente inocuo, en los instantes de soledad, cuando crees que nadie te puede contemplar, cuando ya nada se puede hacer más que dejarse llevar por los acontecimientos.
Éstas son (grosso modo) las premisas por las que unos extraños personajes, unos extraños sucesos y unos extraños presentimientos se anudan al cuello de Jon y Katharina. Una especie de constelaciones de pensamientos mágicos que se dan por válidos para que toda la trama se desencadene. Hasta ellos mismos. Ya sólo queda que el lector juzgue como tajantemente veraces todos los hechos aquí narrados; o no. En verdad, y aquí está la raíz de la grandeza de Bilbao, eso no es lo importante, sino cuestionarse (cuestionarnos) por todos aquellos planes que entregamos voluntariamente al azar, como si de un experimento cósmico se tratase.
¿Merece la pena la espera o el esfuerzo cuando pueden aparecer unas personas o unos accidentes ajenos que te roben tu pasado? ¿Es la convivencia posible cuando uno desea emprender un camino?
Grandes preguntas de siempre plasmadas con toda su magnitud en menos de ciento treinta páginas.
Yo no le pido más a una novela. Le pido exactamente lo que Jon Bilbao ofrece.
--vicente velasco--